El atletismo de Perú ha demostrado un claro avance en los últimos tiempos, sobre todo en las pruebas de media y larga distancia. Y ya cuenta, por ejemplo, con maratonistas con marcas mínimas para el próximo Mundial y los Juegos Olímpicos.
Pero dentro de ese panorama la figura -y la máxima esperanza de triunfo en el inmediato Sudamericano de Buenos Aires- vuelve a ser Mario Alfonso Bazán. Ya se convirtió en protagonista de la edición anterior, justamente en la capital de su país, donde se impuso en los 3.000 metros con obstáculos con 8m35s17 (récord de campeonato), además de establecer un récord nacional en los 1.500 metros con 3m43s68 (allí quedó cuarto) y completar su gran despliegue con la medalla de bronce en los 5.000 metros (registro personal de 13m57s37).
Pocos meses más tarde consolidaba su avance en su especialidad de obstáculos al marcar 8m28s67 durante las eliminatorias del Campeonato Mundial, en Berlín.
Bazán es oriundo de Barranco (1.9.87), pero desde hace siete años reside en Arequipa: entrena en la altitud de esa ciudad, en la pista del estadio Melgar como parte del Centro de Alto Rendimiento (CAR) y su coach es el cubano Julio Pérez.
Después de su destacado paso por la categoría juvenil, Bazán le aportó importantes triunfos al atletismo peruano entre los mayores. En esta misma pista de Buenos Aires a la cual regresa, fue campeón sudamericano sub-23 hace cinco temporadas. En los Iberoamericanos del 2008 ganó la prueba de obstáculos y quedó tercero en los 3.000 llanos. Y un año después -además de sus citadas performances en el Sudamericano y en el Mundial- sumó el título de los Bolivarianos en obstáculos y el tercer puesto en los 1500 llanos.
"Ya recuperé toda la motivación y las ganas, después de un período de lesiones", contó hace pocos días. Esas lesiones lo tuvieron a maltraer en la pasada temporada. Su reciente actuación en el estadio de la Universidad de Stanford, California, donde marcó 8m29s18, refleja que ya está nuevamente en el mejor nivel. "Este año quiero acercarme a los 8m20s", expresó. Tiene asegurado su pasaporte a los Juegos Olímpicos, tras la frustración que significó quedarse afuera -por unas pocas centésimas- de Beijing 2008.
Entre sus rivales en Buenos Aires aparecen dos de sus conocidos suyos de los tiempos juveniles (los venezolanos Marvin Blanco y José Gregorio Peña). Y el brasileño Hudson Santos de Souza, uno de los mejores mediofondistas del historial sudamericano.
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